Nuestro último partido, jugado el viernes ante el Orereta, me ha
dejado una sensación fría, no tengo calificativo para lo ocurrido. No por el
resultado, y aunque a mi pobre entender y visto lo visto, un empate hubiera sido más justo ya que ninguno de los dos equipos hizo méritos para
ganar, lo que más llamó mi atención es que cada jugador quería hacer su partido, independientemente de que representen a un equipo.
Fue un partido raro, algo tendrá que ver que la noche anterior era la noche de "halloween".
Fue un partido raro, algo tendrá que ver que la noche anterior era la noche de "halloween".
Yo personalmente echo de menos que nuestros muchachos se están
olvidando de usar la cabeza, de pensar en el equipo, en definitiva, de
aprovechar el conjunto. A pesar de que nuestra temporada no es mala, tres
victorias y tres derrotas, en los últimos partidos nuestros chicos han jugado
mirando al suelo, con demasiado individualismo e intentando cosas imposibles. Si
no jugamos el balón no creamos ocasiones, salvo esporádicas aproximaciones
con balones largos.
El próximo fin de semana comienza la segunda vuelta y volvemos a
enfrentarnos al Oiartzun, me gustaría volver a ver el equipo que en el primer partido de temporada nos sorprendió
gratamente por su capacidad para jugar fácil, sin complicarse y buscando siempre
al compañero para llegar hasta el área rival.
Lo bueno de la competición es terminar contento por el trabajo
realizado, y comentando lo sucedido, no con la cabeza baja y con las manos en
los bolsillos, buscando en ellos lo que no se consiguió en el campo. En los
bolsillos no hay nada, en todo caso algo de arena y unas bolitas de goma negra
que, como cada temporada, habitan las lavadoras, las cocinas, los salones, los
balcones, las botas, las medias, los pantalones, los pasillos, y en general
cada rincón de nuestra ropa y nuestras casas, y de las que, yo lo he
comprobado, es imposibles deshacerse.
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