viernes, 23 de marzo de 2012

MI PADRE NO ES ASÍ, ... O SÍ

El pasado 3 de marzo leí en el diario vasco un artículo que decía "Padres y madres que se convierten en hooligans".

Tenía ganas de comentar algo del tema para avergonzar a los energúmenos de los campos. Así que aquí os dejo mi aportación. Las descripciones están realizadas con extractos de futbolplus.com.

En el fútbol, hay muchos tipos de padres, yo describo dos casos muy graves.

EL PADRE REPRESENTANTE
Su hijo empieza, organiza y finaliza las jugadas, es su hijo el que saca faltas, los saques de esquina y encima los remata. Su hijo es el mejor de su equipo y  de toda la liga, aunque no lo sea ni de su portal. Ve a su hijo cómo su único y auténtico “tesoro” la “última joya de la corona”. Si logra cruzarse con su hijo en el descanso, no le exigirá que juegue con los compañeros el balón, le pedirá que decida, que defina, que demuestre que es el mejor, es lo único que le importa. Piensa que el equipo en el que juega su hijo es poco para él y se pasa el año buscando otras alternativas que considera de mayor categoría. No parará hasta situar al niño en el sitio que este padre considera lo mejor, y donde posiblemente su hijo ya no jugará. Sin embargo, eso ya no le importa, él consiguió su objetivo.
                                               ¿Cómo acaba el hijo?


EL PADRE FANÁTICO                                             
No le importa que su hijo juegue bien o mal, sólo le preocupa el resultado del partido. Lo suyo es gritar, aullar, berrear como un poseso. Suele centrarse en los árbitros con insultos vulgares y variopintos. Da igual donde se produzca una falta, siempre es penalti (a favor, por supuesto). Vive el partido con tal intensidad que no pierde detalle del juego, ni de la grada, ni del bar, siempre está preparado para la discusión. Siempre ve sólo el partido, los demás padres no le aguantan. Nunca pierde, o les roba el árbitro, o cualquier otro contratiempo ha impedido que gane el equipo de su hijo. Es incapaz de sentarse en el coche de vuelta a casa y decirle a su hijo que perdieron porque el otro equipo jugó mejor. Intenta convencer a su hijo que lo único importante es ganar, aunque si no gana le protege con una burbuja de mentiras.  
                                                ¿Cómo acaba el hijo?


Estas referencias están hechas al padre, que normalmente es el que más identificamos con fútbol, pero también valen para las madres. Espero que ningún chaval tenga la mala suerte de que ambos progenitores sean así. 

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